


Dicen que la realidad supera a la ficción. Y en Casi ángeles así fue: el galán (Nicolás Vázquez) se enamoró de Gimena Accardi, su novia de la telenovela. Tanto, que hace apenas unas semanas se comprometieron… aunque sin anillos. Tanto, que ya no se esconden. Aquí, un capítulo exclusivo…
El sábado se levantaron al mediodía. Somnolientos y cansados, claro: habían pasado una larga noche juntos en el loft que Nico compró a unas cuadras del centro de San Isidro… después de abandonar el techo que compartía con Mercedes Funes, su mujer. Rectificación: su ex mujer.
Pero no salieron ocultándose ni jugando a las esquinitas. Nicolás Vázquez (30) y Gimena Accardi (22), adultos al fin y al cabo, ya no pueden –¿ni quieren?– tapar el sol con un harnero. Se aman, y punto. Se aman, y contra eso no hay pócima ni sortilegio que valgan. En realidad, la novela (Casi ángeles) ya los instaló uno junto al otro, y de pronto llevaron esa ficción a la vida real los sábados, domingos y fiestas de guardar. Desde luego, los libretistas urden momentos en que no están juntos, pero ellos escriben esas escenas a su manera: se encierran en el camarín de él y eluden cruzar juntos los pasillos de los estudios Pampa para no darse de narices con Mercedes Funes y el grupo que la apoya, porque entre ambos bandos, cual Montescos y Capuletos, ya no circula ni el saludo…
Débil es la carne, of course: ese rechazo les duele, pero ellos se atan al título de una vieja película de Hollywood: El amor siempre triunfa. Cuando alguien le pregunta a Nico: “¿Qué pasó? ¿Cómo fue?”, la respuesta se reproduce con papel carbónico: “Fue un flash. Nunca me imaginé que volvería a enamorarme. Con Mercedes las cosas no estaban mal, pero trabajábamos mucho, pensábamos demasiado en nuestras carreras, y poco a poco, tal vez sin querer, nos fuimos distanciando… Entonces apareció Gimena y me devolvió la pasión, las ganas de disfrutar la vida”.
Los chicos se conocieron el año pasado, cuando él empezó a trabajar en Alma pirata y Gimena hacía allí de Bernarda, su hermana. Primer paso: amigos. Segundo paso: “No sentimos nada especial el uno por el otro”. Tercer paso: “¿Amor a primera vista? Ni locos…”. Cuarto paso: “Un poquito compinches”. Quinto paso: muuuy compinches, peligrosamente compinches. Sexto paso: otra vez juntos en Casi ángeles, pero ahora (¡tatantatán!) como novios en la ficción. Séptimo paso (la comezón del séptimo paso): los besos del libreto… incendiaron el papel. Octubre 2007: loca pasión, compromiso sin anillo pero con pulseras, y la vida que sigue…
Hasta llegar al sábado pasado, al despertar, al tardío desayuno para recobrar fuerzas, a la salida de shopping, tipo dos de la tarde, para ambientar el nido. Resultado: mucha caminata, cero compra… y larga siesta. Total, mañana será otro día, como dijo Vivien Leigh en el final de Lo que el viento se llevó. The End. Pero esta historia continuará…
El sábado se levantaron al mediodía. Somnolientos y cansados, claro: habían pasado una larga noche juntos en el loft que Nico compró a unas cuadras del centro de San Isidro… después de abandonar el techo que compartía con Mercedes Funes, su mujer. Rectificación: su ex mujer.
Pero no salieron ocultándose ni jugando a las esquinitas. Nicolás Vázquez (30) y Gimena Accardi (22), adultos al fin y al cabo, ya no pueden –¿ni quieren?– tapar el sol con un harnero. Se aman, y punto. Se aman, y contra eso no hay pócima ni sortilegio que valgan. En realidad, la novela (Casi ángeles) ya los instaló uno junto al otro, y de pronto llevaron esa ficción a la vida real los sábados, domingos y fiestas de guardar. Desde luego, los libretistas urden momentos en que no están juntos, pero ellos escriben esas escenas a su manera: se encierran en el camarín de él y eluden cruzar juntos los pasillos de los estudios Pampa para no darse de narices con Mercedes Funes y el grupo que la apoya, porque entre ambos bandos, cual Montescos y Capuletos, ya no circula ni el saludo…
Débil es la carne, of course: ese rechazo les duele, pero ellos se atan al título de una vieja película de Hollywood: El amor siempre triunfa. Cuando alguien le pregunta a Nico: “¿Qué pasó? ¿Cómo fue?”, la respuesta se reproduce con papel carbónico: “Fue un flash. Nunca me imaginé que volvería a enamorarme. Con Mercedes las cosas no estaban mal, pero trabajábamos mucho, pensábamos demasiado en nuestras carreras, y poco a poco, tal vez sin querer, nos fuimos distanciando… Entonces apareció Gimena y me devolvió la pasión, las ganas de disfrutar la vida”.
Los chicos se conocieron el año pasado, cuando él empezó a trabajar en Alma pirata y Gimena hacía allí de Bernarda, su hermana. Primer paso: amigos. Segundo paso: “No sentimos nada especial el uno por el otro”. Tercer paso: “¿Amor a primera vista? Ni locos…”. Cuarto paso: “Un poquito compinches”. Quinto paso: muuuy compinches, peligrosamente compinches. Sexto paso: otra vez juntos en Casi ángeles, pero ahora (¡tatantatán!) como novios en la ficción. Séptimo paso (la comezón del séptimo paso): los besos del libreto… incendiaron el papel. Octubre 2007: loca pasión, compromiso sin anillo pero con pulseras, y la vida que sigue…
Hasta llegar al sábado pasado, al despertar, al tardío desayuno para recobrar fuerzas, a la salida de shopping, tipo dos de la tarde, para ambientar el nido. Resultado: mucha caminata, cero compra… y larga siesta. Total, mañana será otro día, como dijo Vivien Leigh en el final de Lo que el viento se llevó. The End. Pero esta historia continuará…
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